EL CULTIVO DE LA VID EN EL HIERRO
- LOS VIÑEDOS
- LA ISLA
- ZONAS VITIVINÍCOLAS
- CONDUCCIÓN Y PODA
LOS VIÑEDOS
La naturaleza accidentada del terreno por un lado y, por otra, el fraccionamiento a lo largo de los años de las grandes propiedades, hacen que los viñedos de nuestra Isla suelen ser parcelas muy pequeñas, a menudo en condiciones que en otras partes de Europa se considerarían como “Viticultura Heroica”. Además, la orografía y orientación de cada parcela produce un microclima diferenciado y esto, junto con la composición del suelo de la parcela, hace que cada viñedo sea único en un fascinante mosaico conservatorio de variedades y comportamientos, de color y de fauna y flora asociadas. Es con demasiado frecuencia que olvidamos de ello.
El valor de la viticultura no reside solo, ni de lejos, en las uvas que produce, ni en el vino que elaboramos con ellas. Su verdadero valor está en su existencia, en la continuidad de nuestro pasado, la conservación de nuestro entorno, está en su valor paisajístico y social. El viñedo es, ineludiblemente, parte del ser social e individual de cada uno de los herreños.
LA ISLA
Las regiones vitivinícolas del mundo se hallan en las áreas de clima templado comprendidas entre los paralelos 30 y 50 o, mejor dicho, entre los isotermos de 20ºC y 10ºC. Nuestra Isla si sitúa justo al sur de esta zona en el hemisferio norte pero, como el Océano Atlántico nos rodea y los vientos Alisios nos refrescan, nuestro clima no es tan extremo como la cercanía del Sáhara podría sugerir.
El Hierro, la más joven, sureña y occidental del archipiélago, es, como todas las Islas Canarias, de origen volcánico. Es la punta de una gigantesca mole que se eleva cinco mil metros desde el fondo del océano, de los cuales sólo mil quinientos sobresalen por encima del nivel del mar. En el último millón de años, vez tras vez nuestra Isla ha intentado recrearse, vez tras vez enormes volcanes han salido de los restos de los otros y vez tras vez se han colapsado bajo su propio peso. Ahora, vieja y cansada, salpicada de conos y cráteres menores, la Isla no es más que un montón de escombros volcánicos. Pero ¡qué escombros! Arenas negras y lapilli, jables y mazapés, tierras pedregosas y terrarosa – todos estos suelos bien drenados que, entre afloramientos de basalto y conglomerado, brindan el medio en que el viticultor herreño puede ejercer su arte.
NUESTRAS ZONAS VITIVINÍCOLAS
El NorteProbablemente la zona de viticultura más antigua, el cuadrante noreste de El Hierro tiene el clima más moderado por la incidencia casi constante de los Alisios que traen humedad y nubosidad. Probablemente porque estas condiciones favorecen las enfermedades de la vid que nos azotaron por primera vez en el siglo 19, la viticultura del norte se centra hoy en los alrededores de Echedo y sólo hasta una altura de unos 400 metros.
El GolfoDesde el pie de los impresionantes acantilados y fugas que encierran el Golfo hasta el mar de nubes a unos 700 msnm es donde se cultiva la vid. Abierto al noroeste, los Alisios afectan menos al Golfo por lo que la altitud de los viñedos compensa el calor a nivel del mar. Esta zona, sin embargo, con cierta frecuencia sufre fuertes tormentas del oeste. La vid se cultiva en todo el arco del Golfo desde Frontera hasta Sabinosa en el oeste. En este último pueblo se producía uno de los vinos más afamados de El Hierro – el vino de la Veta – hoy lamentablemente no más que un recuerdo. La gran variedad de microclimas y suelos propiciaron en su día la proliferación de diferentes variedades de uvas, algunas de las cuales estamos intentando recuperar. En su conjunto el Golfo es la zona donde más se cultiva y donde más vino se produce: la bodega de la Cooperativa Vinícola recibe uvas de toda la Isla.
El PinarHasta hace ciento cincuenta años si hubiese viñas en el sur de El Hierro eran parras aisladas en sus casas humildes. Ahora, sin embargo, es la zona donde más se está plantando. Los Alisios del norte y noreste descargan su humedad al pasar por encima de las cumbres de la Isla antes de llegar a El Pinar donde se goza de cielos despejados casi todos los días. No obstante, la pluviometría de la zona es bastante alta, unos 600 mm/año, aunque de fuertes lluvias procedentes del oeste en pocos días entre noviembre y abril. La vina se cultiva entre 600 y 900 msnm por lo el invierno es largo y frio para estos latitudes. Entre julio y agosto las temperaturas son altas y la insolación muy elevada.
Conducción y Poda
La conducción tradicional es la rastrera, dejando la vid “decidir” cómo desarrollarse. Es la forma que resulta menos afectada por el viento, algo constante y a veces muy fuerte en nuestra Isla, y la que proporciona mayor protección contra la insolación. Pero es costoso en trabajo: las labores de la tierra y los tratamientos fitosanitarios son difíciles de mecanizar y hay que “levantar” los sarmientos fructíferos con “horquetas”. La poda es corta y se suele dejar entre 12 y 20 yemas por planta según el vigor y el número de “brazos”. En los nuevos viñedos la conducción suele ser la de cordón en espaldera, lo que facilita las labores y tratamientos, con podas cortas y muy cortas. Recientemente, sin embargo, nuestros viticultores están experimentando con otras formas como la del parral bajo y la que llamamos “arbolito”, conducciones que responden a las necesidades de las variedades y de la parcela.